Si cada vez que contratas un “MILLENNIAL” termina en “fail”, y cuando intentas comunicarte con él o ella todo te parece “RANDOM”. Si no logras hacer “MATCH”, sin importar cuánto lo intentes, y cuando quieres supervisar su trabajo no puedes evitar sentirte “STALKER”, no quiero “SPOILEAR”, ni mucho menos te quiero “TROLLEAR”, pero si se te dificulta que los “MILLENNIALS” sientan un “CRUSH” contigo y con tu empresa, éste artículo es para ti. Total no tienes nada que perder, tú solo entrégate y sigue nuestros consejos para que tu empresa, sus “MILLENNIALS” y tú, digan a una sola voz “YOLO”.
Y si de plano no entendiste nada de lo anterior, ya podemos ir encontrando un punto a mejorar, porque para comunicarnos debemos hablar el mismo idioma, así es que relájate y sigue leyendo, porque estas letras son para ti.
Hay preguntas que son simples pero que encierran una gran complejidad. Por ejemplo: ¿qué fue primero: el huevo o la gallina? o ¿por qué es tan difícil trabajar con MILLENNIALS?
Esta última pregunta es MUY COMPLEJA, porque la realidad es lo que es y no lo que deseamos que sea, y en verdad, no se refiere a los MILLENNIALS propiamente tales, sino al resultado de un cambio generacional, y como tal, viene acompañado de diferencias radicales que nos interpelan a replantearnos.
Y es que ¿qué será más fácil?, ¿cambiar la cultura de toda una generación, o adaptar nuestras empresas a una nueva realidad?
Sin duda la respuesta más sensata es: adaptarnos a los nuevos tiempos, porque el mundo está lleno de MILLENNIALS. No los puedes evadir dentro, y mucho menos fuera de tu empresa, de modo que entre más rápido comprendas la forma en la que ellos compran, más fácil será para tu empresa venderles, además de seguir mejorando y creciendo.
Por ello diseñamos un proceso de consultoría para empresas que no encuentren el camino para adaptarse a esta nueva generación, analizando las 5 características que hacen difícil de entender a la generación MILLENNIAL, y que además si logramos enfocarnos en lo positivo, nos permite transformar nuestras empresas para bien.
1.- El “MILLENNIAL” privilegia su salud mental, y no tolera faltas de respeto de nadie, ya sea jefe, dueño, etc.
Lo que visto desde la óptica correcta nos obliga a pensar en un plan de capacitación en liderazgo a largo plazo para nuestros mandos medios, gerentes y directivos para que sepan construir lazos de comunicación basados en confianza que les permita ganarse la autoridad y respeto para gestionar los esfuerzos en la organización. A esto hay que sumar planes de medición permanentes del clima laboral, y el liderazgo de los jefes y encargados de departamento.
2.- El manejo de la tecnología y el poder que les da la era de la información, puede hacerles sentir sobre calificados para el puesto que ocupan, o pueden sentir que el puesto no los desafía lo suficiente.
Por lo que bien orientadas, las nuevas ideas pueden significar la oportunidad de fortalecer la creatividad en nuestra cultura organizacional. Puede ser que no siempre que nos pongamos creativos logremos una gran idea, pero si fortalecemos el músculo de la creatividad nos será mucho más fácil innovar y adoptar modelos de mejora continua; para ello es importante “desestigmatizar” el error y estar dispuestos a no verlo cómo una falla, para comenzar a verlo cómo experiencias que llevan al crecimiento. Además es muy importante que todos y cada uno de los miembros de la empresa tengan una plena claridad de la importancia de su labor en la empresa, y cómo contribuyen al cumplimiento de los objetivos, por lo que debemos trabajar en el diseño de indicadores que nos permita “tangibilizar” su productividad y su desarrollo en el puesto.
3.- Los “MILLENNIALS” no se comprometen con una empresa que no los escucha. Menos aún, si no comparte sus valores.
Esta generación, cuestiona todo y a todos. Es importante que las empresas cuenten con un plan de inducción que clarifique y explique a detalle los valores que rigen el actuar de la empresa y que sus miembros vivan esos valores de manera congruente todo el tiempo. Además, debemos dejar claras las políticas y lineamientos de cada proceso en la cadena de valor de la empresa, y clarificar los canales de comunicación para fortalecer permanentemente el ir y venir de ideas.
4.- El “MILLENNIAL” se sabe “ser humano” y no “hacer humano” por lo que se acabó el trabajo de todo el día, los empleos perpetuos y los trabajos que no te permiten equilibrar la vida laboral y la vida personal.
Es hora de que la empresa se vea cómo una fuente de bienestar y no solo cómo una fuente de riqueza económica. Las nuevas generaciones no miden su éxito solamente por la cantidad de dinero que reciben, ni se sienten satisfechos con la estabilidad laboral. Hoy, aspectos como libertad, salud, equilibro laboral/vida privada, realización personal han cobrado mucha mayor relevancia. Por ello entre más rápido l@s empresari@s entendamos que la calidad de vida genera más lealtad que un buen salario podremos adaptarnos más rápido al cambio de época. No quiero decir con esto que el salario digno y bien remunerado no es un buen elemento, pero no lo es todo. Es solamente, un factor en la compleja ecuación del bienestar y la calidad de vida de una persona.
5.- Siempre está en sus planes emprender y trabajar por un negocio propio.
Lo anterior crea las condiciones adecuadas para hacer escalable nuestro modelo de negocio, porque “una empresa que no tiende a crecer, tiende a desaparecer” y si desarrollamos el potencial de una persona que tiene en su mente la idea de crecer y desarrollarse, también debemos trabajar en despertar su lealtad y poner sobre la mesa las condiciones de desarrollo para que crezcan junto con la organización, abriendo caminos para que eventualmente, puedan “convertirse” en socios de la misma. Y ojo, porque “convertirse” es un proceso que implica normalmente una transformación personal profunda y un crecimiento, que pocas personas están realmente dispuestas a recorrer. Por lo mismo, es una oportunidad que sólo se brinda a las personas que estén dispuestas a vivir un plan de desarrollo y mejora continua. Llegar al resultado de “convertirse en un socio valioso y equivalente” no es un regalo, ni es una dádiva, es un camino que recorre cada persona en el proceso de convertirse en líder. Y cuando eso ocurre, es clave que la organización tenga las herramientas para proporcionarle a esas personas las oportunidades que de otra manera buscará afuera. Y no hay nada más costoso para una empresa que perder verdaderos líderes capaces.
Por eso me gustaría citar a “Dale Carnegie”, cuya obra titulada “Cómo Ganar Amigos e Influir sobre las Personas” está más vigente que nunca (a pesar de haber sido escrito en 1936), en la cual, con sencillos consejos y herramientas prácticas, nos ahorra cientos de horas de charlas, conferencias y seminarios para dominar las relaciones humanas. Entre sus grandes “insights”, podemos destacar: “preocúpate por los demás y los demás se preocuparán por ti” y “el principio más profundo del carácter humano es el anhelo por ser apreciado”. Desarrolla la capacidad de despertar el entusiasmo y la lealtad de tus colaboradores, y siempre recuerda que el aprecio y el ánimo son el camino más corto para desarrollar su talento. Ten presente esta idea cuando trates con ellos: “el deseo de ser grande, de ser relevante, es tan imperioso como alimentarse o dormir”.
Por ello desarrollar un modelo escalable para tu empresa es fundamental, porque le brindas a los demás la posibilidad de desarrollarse y crecer. Pero no sólo eso: un crecimiento exponencial requiere de equipos, de personas, principalmente de líderes. Una organización que no tiene espacio suficiente más que para uno (o muy pocos líderes) realizados y aprovechando todo su potencial, es una organización que no puede llegar demasiado lejos. Cuando preguntaron a Dale Carnegie ¿cuál era su secreto para que tantos millonarios trabajaran para él? Éste respondió: “no eran millonarios cuando empezaron a trabajar aquí, se hicieron millonarios mientras me hacían millonario a mí.” En otras palabras, un modelo verdaderamente escalable debe dar espacio para que muchas personas crezcan y se desarrollen verdaderamente.
Entonces cómo puedes ver los “MILLENNIALs” no son el enemigo, son tus nuevos clientes y colaboradores, y a través del “chip” que los caracteriza nos están invitando a transformar la forma en la que hacemos empresa. No echemos en saco roto la oportunidad que eso significa sólo por los retos que plantea, sino que revisemos hasta qué punto nuestro modelo latinoamericano de empresa está pensando una generación tarde, y cómo podemos aprovechar esta posibilidad para detonar crecimientos que antes hubieran sido imposibles.
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