Activos Intangibles: el valor de las Ideas.

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Tengo un gran amigo, que a lo largo de los años ha logrado proteger una superficie de más de un millón de hectáreas de bosque nativo en el Sur de Chile, creando corredores biológicos y hasta la denominación de “Reserva de la Biósfera” en buena parte del proyecto. Y lo ha hecho todo casi sin recursos propios, lo cual es un doble triunfo. 

El primero, porque ha tenido que convencer a decenas de personas de utilizar su dinero para crear parques privados de protección ambiental, en vez de invertir en modelos tradicionales de rentabilidad meramente numérica. 

El segundo, por el enorme impacto ecológico que eso ha tenido. 

Este doble triunfo no es otra cosa que la construcción de un relato que, a lo largo de los años, ha trasformado el territorio sobre el que está construido y la forma en que sus habitantes se relacionan con él, y entre ellos.

Él siempre me decía: “mira, yo veo que en el mundo hay dos tipos de personas. Los que tienen grandes sueños y están esperando a que se den las condiciones correctas para ejecutarlos. Los otros, tienen grandes sueños… y los ejecutan.”

Esa frase siempre me ha perseguido. Son raras las ocasiones en que las condiciones son las correctas para convencer a un inversionista que en vez de invertir en algo que conoce y que puede medir con facilidad, mejor compre un enorme bosque para no hacer nada sobre él, más que dejar que se restaure, generando una serie de servicios ambientales para el beneficio público. 

También me recuerda que las ideas por sí mismas sirven de poco si no van acompañadas de la ejecución de un plan, para convertirlas en algo real. Es lo que diferencia los sueños de los proyectos: los primeros son ideas, y todos los tenemos por montones. Los segundos son esas mismas ideas, pero soportadas en acciones que las convierten en algo que genera una transformación. Estos últimos son mucho más escasos.  

Por eso estamos llenos de gurús del éxito que plantean grandes metas (billonarias algunos) y múltiples ideas de cómo debe verse el éxito, pero rara vez esos gurús tienen empresas propias, o han sido emprendedores realmente. Pocas veces esas “ideas” de grandes metas van acompañadas de un camino que permita aterrizarlas. Porque hacer eso es mucho más difícil que solamente soñarlo.

Y eso es precisamente lo que hacemos los emprendedores y empresarios: nos concentramos en una idea o sueño, y nos ponemos manos a la obra. No descansamos hasta que lo hacemos realidad y conseguimos que tenga valor, y aún más, que genere valor. Usualmente, eso constituye una tarea titánica.

Y sin embargo, a pesar de la dificultad que supone la concreción de esas ideas, algo muy curioso es que las empresas están llenas de lo que se conoce como “activos intangibles” de los que ni siquiera estamos conscientes de que existen. 

Estos “activos intangibles” son  básicamente, “ideas” que han sido sometidas a un proceso de concreción que les da una existencia real, aunque inmaterial: una marca, un nuevo proceso industrial que permite aprovechar mejor tus materias primas, procedimientos internos que hacen más eficiente la operación de tu negocio, diseños, manuales operativos, y hasta carteras de clientes. 

En otras palabras, son ideas que han pasado por la parte más difícil de todas: convertirse en algo real, con aplicación real, y valor real. De hecho, más del 60% del valor de una empresa promedio en la actualidad está determinado por sus activos intangibles. En empresas de tecnología o de servicios, por ejemplo, esto puede llegar a ser el 100% de su valor. Si pensamos en el valor de empresas como Uber o Airbnb, esto se vuelve evidente. Ellos no poseen los coches ni las propiedades que rentan (bueno, tal vez alguno): su valor está en sus intangibles. 

En muchos casos, pueden llegar a tener un efecto contable sorprendente, porque también muchas legislaciones permiten su valuación y amortización como inversión*. 

 *Las leyes de casi todos los países reconocen los activos intangibles de un modo u otro, en general, basándose en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), en la NIC 38 específicamente.

Pero por algún motivo (y esto es irónico), no los tenemos “en mente”. Pocas empresas documentan sus procedimientos. Pocas registran sus inventos y marcas. Pocas empresas reconocen el enorme valor que tienen esas ideas que convirtieron en proyectos, y luego en activos. Menos aun, aprovechan las posibilidades tributarias que implica hacerlo. 

Y al no hacerlo, perdemos perspectiva del verdadero valor que tiene lo que hemos construido. Ya sea que necesites inversionistas, apalancarte con el banco o proteger propiedad intelectual o industrial, identificar y documentar tus activos intangibles es clave para la sostenibilidad de tu empresa, porque ahí está su verdadero valor. Eso que hace que vendas más que tu competencia, que tus clientes estén más felices, o que tus procesos sean tan eficientes, está determinado por tus activos intangibles. Es lo que te hace especial, lo que define tu propuesta única de valor.

Y es que muchas veces olvidamos que el valor de una empresa está en lo que la hace especial. Esa forma única de hacer las cosas que tienes es lo que te permite tener el resultado que has alcanzado. Y esa forma única son tus activos intangibles. Pero cuando no tenemos claro qué es eso especial, es mucho más difícil sacarle provecho. 

De modo que, si al menos el 60% del valor de tu empresa está en estos activos, ¿qué implica que no los reconozcas? ¿Cuánto capital invisible (y por tanto, desaprovechado) tienes en tus manos? ¿Cuánto esfuerzo y dinero estás perdiendo por no identificarlos? 

Por eso, para nosotros, una consultoría bien hecha debe considerar el reconocimiento y valuación de estos activos. La identificación y documentación de procesos, marcas, y en general de tus activos intangibles, debe ser parte del plan, porque es más que un trámite administrativo o contable. Es identificar eso que te hace especial para sacarle todo el brillo, para potenciarlo y entender todas las múltiples aplicaciones que tiene. 

Porque también cuando puedes ver tu propuesta única de valor con claridad, el Rumbo es mucho más claro, tu plan de acción se hace más evidente, y las metas, objetivos, fortalezas y debilidades también. 

Si nos sigues, es porque has recorrido ya un camino. Ya has pasado tus sueños y planes por el proceso de condensarlos en activos intangibles. Pero si aún no tienes claro cuáles son esos activos que tienes, escríbenos. Porque puede ser que te lleves una grata sorpresa. Es muy posible que estés subestimando seriamente el valor real de tu empresa. 

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