Recuerdas esa famosa frase de Mafalda “¿Paren al mundo que me quiero bajar?”. Famosa, por lo bien que retrata la imposibilidad de ciertos cambios, porque el mundo que es muy grande, va girando con un ritmo que lo hace imposible de parar. Y dado que el mundo no puede parar para repensarse, la realidad, nuestra realidad diaria, es inevitable… bueno, era.
Porque el 2020 llegó con COVID, y permitió que ocurriera lo imposible. Y el mundo paró. Sin embargo, no se ha comprendido la verdadera dimensión de esto.
En primer término, se comenzó a hablar de una “nueva normalidad”, como si se tratara de la “vieja normalidad”, con algunos ajustes: el cubrebocas, la supuesta “sana distancia”, reuniones virtuales, y una serie de medidas que nadie entiende muy bien (como entrar sólo por una puerta al supermercado y salir sólo por la otra, aunque adentro todos se mezclen…), pero que se cumplen (relativamente) bajo la promesa de no contagiarnos. Y en el proceso, la gran mayoría de nosotros sigue esperando que se regrese a esa conocida normalidad anterior. La gran mayoría espera que algunas cosas se queden, que lo digital tome más fuerza de lo esperado, que haya algunos avances científicos adelantados. Pero en general, esperamos regresar a nuestra vida “pre 2020”.
Sin embargo, si miramos con un poco más de atención, veremos que lo que verdaderamente está pasando, es que se está creando una completa y total nueva realidad. El mundo cambió de una manera drástica, mucho más profunda de lo que piensa la mayoría de las personas. Porque ese “stop” que sufrimos, este encierro masivo, paró el mundo. Y eso abre la puerta de Mafalda: si el mundo paró, podemos bajar…
¿Te das cuenta de las posibilidades que eso trae a tu vida?
Porque si podemos bajar, podemos revisar, replantear, rediseñar. La gran dificultad que existía, era que para repensar, rediseñar y reinventar, teníamos que sobrepasar la inercia social, económica, etc. Y eso es usualmente, demasiado grande, por lo que todo intento replantear las cosas desde la base implicara un esfuerzo titánico que podía extenderse incluso, por generaciones.
Y esto hacía que la precepción de la realidad fuera de inevitabilidad. Pero el gran paro suprime esa inevitabilidad. Y al remover esa enorme limitante, todo se abre a la posibilidad de repensarse y rediseñarse.
Las escuelas, las universidades, el modelo educativo completo está en jaque, y no sólo por readaptarse a posibilidades no presenciales, sino como concepto mismo. Con las salas de clase vacías, y un océano de niños luchando (en su mayoría) infructuosamente por aprender frente a una pantalla, todo el modelo de pronto se ve obsoleto. Y se está rediseñando.
Empresas de primera división a nivel mundial, como Mindvalley están planteando alternativas disruptivas, capaces de crear currículos altamente flexibles, que te permitan desarrollar sets de habilidades completamente personalizadas, a un décimo del costo que un sistema tradicional, en cualquier idioma, en cualquier lugar, a cualquier hora, y con maestros que jamás hubieras podido encontrar tú solo. No es pasar de lo presencial a lo virtual. Es replantear el modelo mismo de qué aprendes, cómo lo aprendes, cuánto tardas, y en qué te conviertes después de hacerlo.
El trabajo, las relaciones, las industrias… todo está redefiniéndose a pasos mucho más veloces de lo que imaginamos. Y si no nos percatamos de esto, en cualquier momento la realidad habrá cambiado a nuestro alrededor al punto de hacerla irreconocible. Y a nosotros, irrelevantes.
Entiendo que esto puede ser aterrador para muchos. Pero para quien está despierto y entiende que este cambio no es opcional, se abre un mar de posibilidades.
Porque es un momento de alta receptividad a la innovación, a la creatividad, a todo lo que antes no podía ser. Con una realidad en proceso de rediseño, hoy todo es posible. Hoy como nunca han surgido propuestas capaces de resolver nuevos y viejos problemas. Hoy como nunca, lo nuevo aparece no sólo como posible, sino deseable.
Por primera vez en generaciones, tenemos la libertad de decidir cómo será ese mundo al que volveremos a subirnos, una vez que las aguas se calmen. Pero en el inter, tienes una enorme invitación frente a ti: la de preguntarte cómo vas a decidir que sea tu nueva realidad, cómo vas a dar forma a tu mundo, porque ahora, justo ahora, ocurrió lo imposible, y el mundo paró…
Personalmente, me tomé esa invitación muy en serio. Cambié mis hábitos alimenticios, de ejercicio, de sueño, de uso de mi tiempo libre. Me asocie con un gran amigo que se tomó la invitación con la misma intensidad, y rediseñamos una empresa y fusionamos nuestras capacidades. Y por primera vez, tras 18 años de existencia, el Cine Empresarial dejó de ser una metodología extraordinaria encerrada en una sala de cine para capacitar empresas, y se transformó en una plataforma de capacitación online de alto impacto, centrada en el desarrollo humano y el liderazgo, capaz de llevar empresas a niveles históricos de productividad y calidad en su ambiente laboral, sin importar dónde estén situadas, o qué tan dispersos estén sus equipos de trabajo.
Porque transformarte con el mundo no es simplemente cambiar un poco tu modelo de vida o de negocio, es redefinir completamente qué haces, para qué lo haces, y cómo agregas valor a la vida de otros.
En estos extraños tiempos, todo lo que has sido puede quedar obsoleto… o puedes convertirte en algo mucho más grande y valioso.
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